Los inversores recibieron con gran entusiasmo los datos de inflación, lo que provocó que los índices bursátiles se dispararan.
¿Es suficiente una inflación baja para tranquilizar a los inversores hasta el punto de decir: "¡Ahora vete!"?
Si miramos la historia e identificamos períodos en los que la inflación estadounidense superó la meta, tal vez podamos encontrar señales de lo que podría suceder, que sirvan como punto de partida para nuestro estudio.
Cuando analizamos la trayectoria de la inflación en Estados Unidos en septiembre de 2011, observamos que rondaba el 4% anual. Sin embargo, en febrero de 2015 registró una reducción significativa, llegando al 0%. En este contexto, si seguimos el razonamiento actual del mercado , según el cual la baja inflación estimula el apetito de los inversores por activos de mayor riesgo , podríamos esperar que se produzca una apreciación de los activos de riesgo en los períodos posteriores a 2011. Comprobemos.
Fuente del gráfico S&P500: FRED
Ausencia de un componente: Valor.
Cuando analizamos varias métricas de valoración , resulta evidente que, en ese momento, estaba presente en el mercado un componente de valor crucial, que está ausente en el escenario actual. ¡El mercado de valores estaba barato! Por ejemplo, al considerar la métrica entre capitalización de mercado total y PIB en 2011, notamos que esta relación rondaba el 80%. Contrastando esta perspectiva con la situación económica actual , este mismo índice de valoración es ahora el doble de lo que era en ese momento, lo que resulta en un mercado sobrevalorado y más riesgoso para el inversor.
Gráfico de métricas de valoración de mercado.
Así, observamos varias similitudes con el año de referencia, 2011. Sin embargo, la falta de valor intrínseco actual amplifica los riesgos. Si los inversores pudieran volver a conseguir una rentabilidad del 75% en 4 años, mientras que nosotros conseguimos el 23% en los bonos del Tesoro , no estaría descontento.