Cuando eres un Value Investor, significa que crees en comprar algo por menos de lo que vale.
Debo advertirte que cuando te conviertes en un inversor de valor, te conviertes en un ser "anticuado", un inadaptado en los mercados financieros . Con tantas tecnologías nuevas que han surgido, como el hyper trader , el swing trader y el robot trading , es difícil respaldar los argumentos creados en la década de 1930 por Benjamin Graham, T. Rowe Price y compañía. Empiezas a preguntarte si eres un dinosaurio que vive en el siglo XXI.
¿Por qué la inversión en valor está en desgracia?
Hay dos aspectos esenciales que lo explican, el primero de ellos es que si se cree que el mercado no es eficiente , contradecirá las teorías más recientes y aceptadas de la escuela de Chicago provenientes del Dr. Eugene Fama. Por eso, crees que puedes encontrar uno que otro chollo, comprando barato y vendiendo caro , lo que puede verse como cosa del pasado. La segunda y más importante es que puedes encontrar algo barato y pasan años hasta que el mercado también vea lo que tú viste y tú te declares ganador. Un camino que puede causar sufrimiento, especialmente cuando inversiones que no tienen ningún sentido están generando dinero mientras tú pareces un idiota y te preguntas sobre las posibilidades de estar equivocado.
Pero después de todo,
¿Qué me atrae del Value Investing?
La buena noticia es que, cuando miramos a los nombres más exitosos del mundo de las inversiones , en gran medida provienen de la escuela Value Investing . Los más notables de ellos son Charlie Munger y Warren Buffett , dueños de una filosofía única basada en conceptos, digamos, ortodoxos, que han demostrado haberlos convertido en uno de los hombres más ricos de este siglo. Cuando me detengo y pienso que estos dos señores tienen más de 90 años, y siguen trabajando con curiosidad e ilusión, sin olvidarse de comer su McDonald's y beber su Coca-Cola. Me doy cuenta de que tal vez este sea el estilo de vida que quiero llevar, obstinadamente atado a mis valores y sirviendo a los demás hasta el final sin eliminar los carbohidratos que alimentan la alegría de vivir.